Suites Post-imperiales:
Decía hace poco Paul
Schrader, entrevistado con motivo de la retrospectiva que de su filmografía se
realizó este 2013 en la Seminci de Valladolid, que intenta ver todo el cine contemporáneo
que puede, pero:
- “por la disponibilidad de los medios es imposible estar al día”.
- También: “A veces voy al cine, miro lo que hay en la pantalla y me pregunto cómo la gente se logra mantener despierta porque se ven cosas que ya se han hecho antes.”
- Y: “Hay muy pocas cosas que hayamos aprendido sobre el cine que sigan siendo válidas en la actualidad. Todo lo que creíamos saber ha variado. Cómo se hace, cuánto tiene que durar, cómo hay que ver las películas…. No es un cambio baladí, es sistémico.”
The
Canyons, la película que Schrader ha realizado con el
escritor Bret Easton Ellis, es una muestra preclara de todo esto, no solo en su
fondo, sino también en la forma: una película llevada a cabo por firmas consolidadas
y prestigiosas que sin embargo ha tenido que autofinanciarse por donaciones a
través de internet, cuyo presupuesto no alcanza el medio millón de dólares,
rodada en digital, de distribución menguada y polimorfa, de repercusión
minoritaria. The Canyons es
ciertamente una película a propósito apocalíptica sobre este (“sistémico”)
apocalipsis del cine, protagonizada por seres a los que las únicas imágenes que
aún dicen algo son las del porno grabado por sus teléfonos móviles.
“¿Cuánto
hace que una película significa algo para ti?”, se pregunta angustiado, a
través del personaje de Lindsay Lohan, el cinéfilo Ellis. ¿Dónde está, en la
actualidad, el aura de las imágenes, esas imágenes que nos llamen y nos abran al mundo y a nosotros mismos, que
de verdad tengan algo que decirnos?
A aquella pregunta, sin
embargo, podemos ofrecer, y muy seguros, una respuesta positiva. Este año, entre
las montonones de estrenos (siete u ocho por semana) que nada dicen, reencarnaciones de cosas mil
veces vistas, sí hemos encontrado cine que nos estimula y nos fascina. Cine de
envergadura, ambicioso, que busca la revelación estética, y abraza grandes
cuestiones vitales. Cine de búsqueda, no ensimismado. E incluso (quizás lo más
importante) cine a contracorriente, tanto de la expectativa del público como de
la moda del establishment
festivalero. Si nos hubiésemos dejado llevar por ellas (por las modas, por los
premios, por las generalidades que ningunean) nos hubiésemos perdido cosas como
la prodigiosa película de Widing Refn masacrada en Cannes, otra obra maestra de Terrence Malick, el incomprendido
pero arrebatador melodrama-río de Dereck Cianfrance, el excelente y abucheado noir fatalista de Ridley Scott (&
Cormac McCarthy)… Estos son solo unos ejemplos, pero sorprendentemente hay más.
Eso sí, el espectador que de verdad quiera encontrarlos tiene que ser un
inconformista, y no puede quedarse en ninguno de los extremos, sino pasar de
uno a otro constantemente. Y estar dispuesto a aceptar que el cine, las
películas, no son otra cosas sino diferentes, nuevas miradas sobre las cosas.
Si lo acepta sin prejuicios, este año habrá podido disfrutar tanto de una de
las mejores películas de terror de la historia del cine (1) como de un
increíble esperpento dirigido por el apestado de Michael Bay, tanto del nuevo
Tarantino como de un buen puñado de gran cine europeo (Sorrentino, Vintenberg,
el discutible pero impresionante Haneke de Amour),
de una de las más bellas cintas sobre el amor jamás realizadas, que es lo que
es To the Wonder, y de Spring Breakers. La apasionante película de Harmony Korine, ejemplo de propuesta de cine-total, de estética (y
por supuesto no solo de hueca éstetica) creadora y visionaria, rechazadora de
falsas vanguardias, se pone a la cabeza este año del cine que abre horizontes y
busca, entre el maremágnum, significar algo.
The
Canyons comienza con imágenes de cines cerrados, abandonados,
derruidos. Metáfora en este caso, sí, pero realidad en otros. Sería injusto
hablar tanto de cine olvidando siempre los lugares donde lo vemos, los lugares
para los que está hecho. Aquí en Madrid, por ejemplo, desapareció la pasada
primavera el Roxy B de Fuencarral (como asimismo ya había desaparecido el Roxy
A; como también ya había cerrado el Luchana, haciendo la Pequeña Gran Vía de
los cines de Fuencarral cada vez más pequeña). Lo vemos todavía al pasar, con
los carteles de Anna Karenina y Amor y letras aún en su sitio,
nostálgico (nostálgicos) de otras películas y otros tiempos. Otros, como los convecinos Paz, han estado en
la picota y de momento se salvan.
No sabemos qué
ocurrirá en el futuro con el cine en
general, y con las salas en particular. Tampoco
hace falta ponerse crepusculares. Pero
veamos dónde veamos el cine, veamos el cine qué veamos, no podemos rechazar la
forma de ver las películas de las casas del cine, porque esta es, sobre todo,
una actitud. Al fin y al cabo, el 3D, los cada vez más envolventes formatos domésticos
no intentan más que recuperarla/remodelarla en un caso, reproducirla lo más
fielmente posible en otro. El silencio unánime de la sala en negro garantiza
que la imagen merece que nos comunique y no se pierda. La pantalla hipnótica,
la pantalla como puerta abierta al mundo y su secreto.
Lo
mejor de 2013: (películas estrenadas en España del 1 de enero al
31de diciembre de 2013)
- Spring Breakers (Harmony Korine)
- The Lords of Salem (Rob Zombie)
- To the Wonder (Terrence Malick)
- Solo Dios perdona (Only God forgives, Nicolas Widing Refn)
- Dolor y dinero (Pain & Gain, Michael Bay)
- Cruce de caminos (The Place Beyond the Pines, Derek Cianfrance)
- Amor (Amour, Michael Haneke)
- Django desencadenado (Django Unchained, Quentin Tarantino)
- La caza (Jargen, Thomas Vinterberg)
- La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino)
*A
falta de haber visto todavía el Volumen II (su estreno está fijado para finales
de mes), no incluimos en la lista la Nymphomaniac de Lars Von Trier, cuya primera parte nos ha
parecido extraordinaria. Tampoco, al no haber sido estrenada todavía (ni
probablemente lo sea nunca) en las carteleras españolas, la citada The Canyons.
Et
alii: El consejero,
Las ventajas de ser un marginado, Don Jon (estupenda ópera prima de Joseph
Gordon-Levitt), Blue Jasmine, El lado bueno de las cosas, Mud, La mejor
oferta, El gran Gatsby, el blockbuster
para tiempos de crisis que propone Los
juegos del Hambre: En llamas, La espuma de los días, Monsters University, Upstream
Color (*no estrenada), muy buen cine de terror (Tú eres el siguiente, The Purge: la noche de las bestias, la por fin estrenada The Cabin in the Woods y la estupenda Expediente Warren, el primer fantastique
de James Wan que nos gusta) y seguramente otras tantas que se nos habrá
pasado ver y mencionar.
Asimismo, los estrenos en DVD tampoco se incluyen,
aunque no se descarte hacerlo en futuras ocasiones. El “directo a vídeo”,
categoría frecuentemente denigratoria, ya no incluye solo títulos domésticos de
usar y tirar, sino que engloba todo un (enorme) espectro
de cine que los estándares comerciales de la distribución en salas no
son capaces de canalizar. En el blog, este año hemos puesto el ejemplo de la
excelente Super (2), pero hay otros muchos. La saturación del mercado, el miedo de
los distribuidores y otras circunstacias impiden la circulación en salas de
películas que reunirían las condiciones para un estreno regular sin menoscabo
alguno. El subcine de los DVD o Blu-Ray
ya no es subcine: es cine puro y
duro, pero que sencillamente no se ve en los cines. Y ni siquiera en DVD: ¿qué
hay de esos cientos de películas en el limbo, tras uno o dos pases en ciertos
festivales? Y de las series de televisión, ¿qué? (a la nueva temporada de Mad Men, p.ej., la incluiríamos gustosos
en lo más alto de nuestras Diez Mejores)(3). Saturación, nuevos canales…: la
situación es compleja.
Lo
peor de 2013 (con las razones correspondientes,
porque no está bien condenar algo sin ofrecer veredicto):
1. Gravity (Alfonso Cuarón): la película
más sobrevalorada de 2013. O el nuevo Avatar: el taquillazo en 3D pero con “trasfondo” (?) al que los críticos pueden echar
ditirambos con la conciencia tranquila: su infantilismo va a quedar
convenientemente camuflado en el tumulto. ¿Y cuál es el motivo para tanta
admiración? Pues la americanada de
turno, en esta ocasión por el espacio exterior. Con seguridad infumable (aunque
no nos vamos a arriesgar a comprobarlo) sin el 3D, cuya presentación visual aun
así proporciona unos minutos iniciales prometedores, pronto la cosa se va completamente
abajo merced a un guión de todo a cien, unos diálogos risibles, situaciones y
escenas de traca (¡ojo al elemento sobrenatural! Pfff…), una dirección con
frecuencia poco original y una torpe estructura de videojuego.
Las
alucinantes concesiones al star-system
contribuyen, y mucho, al desastre: si la
mera presencia de Sandra Bullock ya es un lastre para cualquier película
(además impedir todo tipo de suspense: ya sabemos que todo va a terminar bien y
sin demasiado perjuicio para su persona: lo pone en su contrato), George
Clooney, siempre con un brillo en la sonrisa, parece que en cualquier momento va
a ponerse a anunciar Nespresso por las estrellas… Una película mediocre.
2. El Hombre de Acero (Man of Steel, Zack Snyder): si el éxito intelectual de Gravity ya nos resulta raro, el que ha
gozado este nuevo supermán nos parece directamente marciano. Defender con la
razón este bodrio es una empresa fuera de los límites de lo posible:
aburridísima, absurda, con unos montaje y guión de una estupidez pasmosa… La
estruendosa esterilidad de una película así nos parece capaz de acabar con la
vida fílmica de su superhéroe. Tanta basura, por supuesto, está cínicamente
envuelta en un halo de seriedad de
falsete para masas. Lo peor: que Zack Snyder, un interesante director, haya
sucumbido tan estrepitosamente a algo así.
No
puede ser más horrible.
3. Stoker (Park Chan-wook): el bodrio alternativo de la temporada. Ambiciona
la perversidad, pero se queda en lo inverosímil. Mientras la chica mala sucumbe
a la lujuria y a todo lo que se tercie, el irritante Chan-wook a lo suyo,
haciendo florituras cursis con la cámara. Ni aunque salga Harmony Korine tres
segundos: pulgares abajo.
4. Mamá (Andy Muschietti): La película de
terror más sobrevalorada del año (→).
5. The Bling Ring (Sofia Coppola): La
realizadora vuelve a abrazar temáticas que le vienen como anillo al dedo (lo decimos sin mala intención): soledad, pijería,
aburrimiento... Y como en ocasiones anteriores, el resultado es algo bien
distinto de la intención…
6. El
Hobbit: la desolación de Smaug (The
Hobbit: The Desolation of Smaug, Peter Jackson):
“Super Mario Tolkien”.
7. Si fuera fácil (This is 40, Judd Apatow):
nuestro primer encuentro con el “universo Apatow”. Quizá una de las películas
más estrafalarias del 2013: una crónica del paso del peterpanismo a la madurez que se pretende épica (2h 30min. de duración),
pero que no puede resultar más fallida, principalmente porque resulta asfixiada
por una ininterrumpida retahíla de
chistes tipo caca-pedo-culo-pis, a
cada cual más vergonzante…
Nos
resulta simpática, pero la verdad es que no hay por dónde cogerla...
E (ilustres) decepciones: Cuatro películas que esperábamos con infinitas ganas y causas (A saber: 1. Magnolia, dentro de una de las más brillantes filmografías del cine contemporáneo 2. Los dos maravillosos episodios anteriores 3. Shame 4. Una Palma de Oro es una Palma de Oro, al fin al cabo): The Master, Antes del anochecer, 12 años de esclavitud y La vida de Adèle, respectivamente. Estimables, pero no geniales. La mayor lástima, la de Linklater: Antes del anochecer parece a ratos más una vulgar comedia dirigida por Julie Delpy que una película suya…
El momento extracinematográfico del año: El “bienvenido Mr. Marshall” de David Lynch en Madrid. Rodeado de hipsters y compartiendo cubierto con José Corbacho (apocalypse now). Lo vimos en la Filmoteca Nacional, respondiendo cansinamente a los fans: luego, en la proyección de Cabeza Borradora se confundieron los rollos y se volvió a proyectar el segundo en lugar del último y, con un público tan confiado en la posmodernidad, nadie se dio ni cuenta, achacando la repetición al genio lynchiano. Verídico.
1) Aunque su
limitadísima distribución lo puso criminalmente difícil: en Madrid, The
Lords of Salem únicamente pudo verse en los Kinépolis de Pozuelo de Alarcón.
Así como van a ir a verla los gafapastas de los Golem… Ya está, menos mal, en
DVD.
2) Por cierto, la influencia de la película de James Gunn se ha notado, para bien y mucho, en Kick-Ass 2. Como sucede en ocasiones, es infinitamente mejor que la primera, pero su recepción no ha podido ser más desastrosa. Un futuro clásico trash, de lo más disfrutable.
2) Por cierto, la influencia de la película de James Gunn se ha notado, para bien y mucho, en Kick-Ass 2. Como sucede en ocasiones, es infinitamente mejor que la primera, pero su recepción no ha podido ser más desastrosa. Un futuro clásico trash, de lo más disfrutable.
3) Por no hablar del
amplio grupo de ediciones y reediciones, en ocasiones verdaderos estrenos, de
lo que se engloba frecuentemente bajo la etiqueta de cine clásico, amén de variadas recuperaciones, algunas tan excelentes y tan importantes.