viernes, 17 de enero de 2014

Diario fílmico anual, o lo mejor y lo peor del 2013 según La Retina


Suites Post-imperiales:
 
Decía hace poco Paul Schrader, entrevistado con motivo de la retrospectiva que de su filmografía se realizó este 2013 en la Seminci de Valladolid, que intenta ver todo el cine contemporáneo que puede, pero:

  1. “por la disponibilidad de los medios es imposible estar al día”.
  2. También:A veces voy al cine, miro lo que hay en la pantalla y me pregunto cómo la gente se logra mantener despierta porque se ven cosas que ya se han hecho antes.”
  3. Y: “Hay muy pocas cosas que hayamos aprendido sobre el cine que sigan siendo válidas en la actualidad. Todo lo que creíamos saber ha variado. Cómo se hace, cuánto tiene que durar, cómo hay que ver las películas…. No es un cambio baladí, es sistémico.”
Saturación: sensación de que no sabemos dónde nos encontramos, cuál es el estado real de la situación. Y a la par, hartazgo, montañas de cine monótono e inane, falto de nuevos horizontes. ¿Cuál es la senda que conduce al gran cine de nuestro tiempo, si es que este existe? Y, sobre todo: tiempos de tribulación, crisis. 



The Canyons, la película que Schrader ha realizado con el escritor Bret Easton Ellis, es una muestra preclara de todo esto, no solo en su fondo, sino también en la forma: una película llevada a cabo por firmas consolidadas y prestigiosas que sin embargo ha tenido que autofinanciarse por donaciones a través de internet, cuyo presupuesto no alcanza el medio millón de dólares, rodada en digital, de distribución menguada y polimorfa, de repercusión minoritaria. The Canyons es ciertamente una película a propósito apocalíptica sobre este (“sistémico”) apocalipsis del cine, protagonizada por seres a los que las únicas imágenes que aún dicen algo son las del porno grabado por sus teléfonos móviles.

“¿Cuánto hace que una película significa algo para ti?”, se pregunta angustiado, a través del personaje de Lindsay Lohan, el cinéfilo Ellis. ¿Dónde está, en la actualidad, el aura de las imágenes, esas imágenes que nos llamen y  nos abran al mundo y a nosotros mismos, que de verdad tengan algo que decirnos? 

A aquella pregunta, sin embargo, podemos ofrecer, y muy seguros, una respuesta positiva. Este año, entre las montonones de estrenos (siete u ocho por semana) que  nada dicen, reencarnaciones de cosas mil veces vistas, sí hemos encontrado cine que nos estimula y nos fascina. Cine de envergadura, ambicioso, que busca la revelación estética, y abraza grandes cuestiones vitales. Cine de búsqueda, no ensimismado. E incluso (quizás lo más importante) cine a contracorriente, tanto de la expectativa del público como de la moda del establishment festivalero. Si nos hubiésemos dejado llevar por ellas (por las modas, por los premios, por las generalidades que ningunean) nos hubiésemos perdido cosas como la prodigiosa película de Widing Refn masacrada en Cannes, otra obra maestra de Terrence Malick, el incomprendido pero arrebatador melodrama-río de Dereck Cianfrance, el excelente y abucheado noir fatalista de Ridley Scott (& Cormac McCarthy)… Estos son solo unos ejemplos, pero sorprendentemente hay más. Eso sí, el espectador que de verdad quiera encontrarlos tiene que ser un inconformista, y no puede quedarse en ninguno de los extremos, sino pasar de uno a otro constantemente. Y estar dispuesto a aceptar que el cine, las películas, no son otra cosas sino diferentes, nuevas miradas sobre las cosas. Si lo acepta sin prejuicios, este año habrá podido disfrutar tanto de una de las mejores películas de terror de la historia del cine (1) como de un increíble esperpento dirigido por el apestado de Michael Bay, tanto del nuevo Tarantino como de un buen puñado de gran cine europeo (Sorrentino, Vintenberg, el discutible pero impresionante Haneke de Amour), de una de las más bellas cintas sobre el amor jamás realizadas, que es lo que es To the Wonder, y de Spring Breakers. La apasionante película de Harmony Korine, ejemplo de propuesta de cine-total, de estética (y por supuesto no solo de hueca éstetica) creadora y visionaria, rechazadora de falsas vanguardias, se pone a la cabeza este año del cine que abre horizontes y busca, entre el maremágnum, significar algo.


The Canyons comienza con imágenes de cines cerrados, abandonados, derruidos. Metáfora en este caso, sí, pero realidad en otros. Sería injusto hablar tanto de cine olvidando siempre los lugares donde lo vemos, los lugares para los que está hecho. Aquí en Madrid, por ejemplo, desapareció la pasada primavera el Roxy B de Fuencarral (como asimismo ya había desaparecido el Roxy A; como también ya había cerrado el Luchana, haciendo la Pequeña Gran Vía de los cines de Fuencarral cada vez más pequeña). Lo vemos todavía al pasar, con los carteles de Anna Karenina y Amor y letras aún en su sitio, nostálgico (nostálgicos) de otras películas y otros tiempos. Otros, como los convecinos Paz, han estado en la picota y de momento se salvan.
 
No sabemos qué ocurrirá  en el futuro con el cine en general, y con las salas en particular.  Tampoco  hace falta ponerse crepusculares. Pero veamos dónde veamos el cine, veamos el cine qué veamos, no podemos rechazar la forma de ver las películas de las casas del cine, porque esta es, sobre todo, una actitud. Al fin y al cabo, el 3D, los cada vez más envolventes formatos domésticos no intentan más que recuperarla/remodelarla en un caso, reproducirla lo más fielmente posible en otro. El silencio unánime de la sala en negro garantiza que la imagen merece que nos comunique y no se pierda. La pantalla hipnótica, la pantalla como puerta abierta al mundo y su secreto.

Lo mejor de 2013: (películas estrenadas en España del 1 de enero al 31de diciembre de 2013)

  1. Spring Breakers (Harmony Korine)
  2. The Lords of Salem (Rob Zombie)
  3. To the Wonder (Terrence Malick)
  4. Solo Dios perdona (Only God forgives, Nicolas Widing Refn)
  5. Dolor y dinero (Pain & Gain, Michael Bay)
  6. Cruce de caminos (The Place Beyond the Pines, Derek Cianfrance)
  7. Amor (Amour, Michael Haneke)
  8. Django desencadenado (Django Unchained, Quentin Tarantino)
  9. La caza (Jargen, Thomas Vinterberg)
  10. La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino)

*A falta de haber visto todavía el Volumen II (su estreno está fijado para finales de mes), no incluimos en la lista la  Nymphomaniac  de Lars Von Trier, cuya primera parte nos ha parecido extraordinaria. Tampoco, al no haber sido estrenada todavía (ni probablemente lo sea nunca) en las carteleras españolas, la citada The Canyons.

Et alii: El consejero, Las ventajas de ser un marginado, Don Jon (estupenda ópera prima de Joseph Gordon-Levitt), Blue Jasmine, El lado bueno de las cosas, Mud, La mejor oferta, El gran Gatsby, el blockbuster para tiempos de crisis que propone Los juegos del Hambre: En llamas, La espuma de los días, Monsters University, Upstream Color (*no estrenada), muy buen cine de terror (Tú eres el siguiente, The Purge: la noche de las bestias, la por fin estrenada The Cabin in the Woods y la estupenda Expediente Warren, el primer fantastique de James Wan que nos gusta) y seguramente otras tantas que se nos habrá pasado ver y mencionar.




Asimismo, los estrenos en DVD tampoco se incluyen, aunque no se descarte hacerlo en futuras ocasiones. El “directo a vídeo”, categoría frecuentemente denigratoria, ya no incluye solo títulos domésticos de usar y tirar, sino que engloba todo un (enorme) espectro  de cine que los estándares comerciales de la distribución en salas no son capaces de canalizar. En el blog, este año hemos puesto el ejemplo de la excelente Super (2), pero hay otros muchos. La saturación del mercado, el miedo de los distribuidores y otras circunstacias impiden la circulación en salas de películas que reunirían las condiciones para un estreno regular sin menoscabo alguno.  El subcine de los DVD  o Blu-Ray ya no es subcine: es cine puro y duro, pero que sencillamente no se ve en los cines. Y ni siquiera en DVD: ¿qué hay de esos cientos de películas en el limbo, tras uno o dos pases en ciertos festivales? Y de las series de televisión, ¿qué? (a la nueva temporada de Mad Men, p.ej., la incluiríamos gustosos en lo más alto de nuestras Diez Mejores)(3). Saturación, nuevos canales…: la situación es compleja.


 
Lo peor de 2013 (con las razones correspondientes, porque no está bien condenar algo sin ofrecer veredicto):


1. Gravity (Alfonso Cuarón): la película más sobrevalorada de 2013. O el nuevo Avatar: el taquillazo en 3D pero con “trasfondo”  (?) al que los críticos pueden echar ditirambos con la conciencia tranquila: su infantilismo va a quedar convenientemente camuflado en el tumulto. ¿Y cuál es el motivo para tanta admiración? Pues la americanada de turno, en esta ocasión por el espacio exterior. Con seguridad infumable (aunque no nos vamos a arriesgar a comprobarlo) sin el 3D, cuya presentación visual aun así proporciona unos minutos iniciales prometedores, pronto la cosa se va completamente abajo merced a un guión de todo a cien, unos diálogos risibles, situaciones y escenas de traca (¡ojo al elemento sobrenatural! Pfff…), una dirección con frecuencia poco original y una torpe estructura de videojuego.

Las alucinantes concesiones al star-system contribuyen, y  mucho, al desastre: si la mera presencia de Sandra Bullock ya es un lastre para cualquier película (además impedir todo tipo de suspense: ya sabemos que todo va a terminar bien y sin demasiado perjuicio para su persona: lo pone en su contrato), George Clooney, siempre con un brillo en la sonrisa, parece que en cualquier momento va a ponerse a anunciar Nespresso por las estrellas… Una película mediocre.

2. El Hombre de Acero (Man of Steel, Zack Snyder): si el éxito intelectual de Gravity ya nos resulta raro, el que ha gozado este nuevo supermán nos parece directamente marciano. Defender con la razón este bodrio es una empresa fuera de los límites de lo posible: aburridísima, absurda, con unos montaje y guión de una estupidez pasmosa… La estruendosa esterilidad de una película así nos parece capaz de acabar con la vida fílmica de su superhéroe. Tanta basura, por supuesto, está cínicamente envuelta en  un halo de seriedad de falsete para masas. Lo peor: que Zack Snyder, un interesante director, haya sucumbido tan estrepitosamente a algo así.
No puede ser más horrible.

3. Stoker (Park Chan-wook): el bodrio alternativo de la temporada. Ambiciona la perversidad, pero se queda en lo inverosímil. Mientras la chica mala sucumbe a la lujuria y a todo lo que se tercie, el irritante Chan-wook a lo suyo, haciendo florituras cursis con la cámara. Ni aunque salga Harmony Korine tres segundos: pulgares abajo.

4.  Mamá (Andy Muschietti): La película de terror más sobrevalorada del año (→).

5. The Bling Ring (Sofia Coppola): La realizadora vuelve a abrazar temáticas que le vienen como anillo al dedo (lo decimos sin mala intención): soledad, pijería, aburrimiento... Y como en ocasiones anteriores, el resultado es algo bien distinto de la intención…

6.  El Hobbit: la desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug, Peter Jackson):
                 “Super Mario Tolkien”.

7. Si fuera fácil (This is 40, Judd Apatow): nuestro primer encuentro con el “universo Apatow”. Quizá una de las películas más estrafalarias del 2013: una crónica del paso del peterpanismo a la madurez que se pretende épica (2h 30min. de duración), pero que no puede resultar más fallida, principalmente porque resulta asfixiada por una ininterrumpida retahíla de chistes tipo caca-pedo-culo-pis, a cada cual más vergonzante… 
Nos resulta simpática, pero la verdad es que no hay por dónde cogerla...




E (ilustres) decepciones: Cuatro películas que esperábamos con infinitas ganas y causas (A saber: 1. Magnolia, dentro de una de las más brillantes filmografías del cine contemporáneo 2. Los dos maravillosos episodios anteriores 3. Shame 4. Una Palma de Oro es una Palma de Oro, al fin al cabo): The Master, Antes del anochecer, 12 años de esclavitud y La vida de Adèle, respectivamente. Estimables, pero no geniales. La mayor lástima, la de Linklater: Antes del anochecer parece a ratos más una vulgar comedia dirigida por Julie Delpy que una película suya…


El momento extracinematográfico del año: El “bienvenido Mr. Marshall” de David Lynch en Madrid. Rodeado de hipsters y compartiendo cubierto con José Corbacho (apocalypse now). Lo vimos en la Filmoteca Nacional, respondiendo cansinamente a los fans: luego, en la proyección de Cabeza Borradora  se confundieron los rollos y se volvió a proyectar el segundo en lugar del último y, con un público tan confiado en la posmodernidad, nadie se dio ni cuenta, achacando la repetición al genio lynchiano. Verídico.




1) Aunque su limitadísima distribución lo puso criminalmente difícil: en Madrid,  The Lords of Salem únicamente pudo verse en los Kinépolis de Pozuelo de Alarcón. Así como van a ir a verla los gafapastas de los Golem… Ya está, menos mal, en DVD.
2) Por cierto, la influencia de la película de James Gunn se ha notado, para bien y mucho, en Kick-Ass 2. Como sucede en ocasiones, es infinitamente mejor que la primera, pero su recepción no ha podido ser más desastrosa. Un futuro clásico trash, de lo más disfrutable.
3) Por no hablar del amplio grupo de ediciones y reediciones, en ocasiones verdaderos estrenos, de lo que se engloba frecuentemente bajo la etiqueta de cine clásico, amén de variadas recuperaciones, algunas tan excelentes y tan importantes.