sábado, 28 de diciembre de 2013

Retinas

 

Se estaba bien en aquel cine, caliente y cómodo. Órganos voluminosos, tiernos como en una basílica, pero allá con calefacción, órganos como muslos. No se pierde un momento. Te sumerges de pleno en el perdón tibio. Habría bastado con dejarse llevar para pensar que el mundo, quizás, se había convertido al fin a la indulgencia. Ya casi estabas en ella.

Entonces los sueños ascienden en la noche para ir a abrasarse en el espejismo de la luz en movimiento. Lo que sucede en las pantallas no está del todo vivo, dentro queda un gran espacio confuso, para los pobres, para los sueños y para los muertos.

                                                                Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche
                                                                                                             [Traducción propia]